México es el sexto consumidor de cerveza a nivel mundial y cada día crece más en el país el interés por la variedad artesanal y de especialidad. Esta situación, junto con la amplia oferta en marcas, estilos y calidades, abren la oportunidad para emprender con una boutique de cerveza.

Modelo de negocio

Establecimiento que cuenta con más de 200 etiquetas de cerveza nacional, importada y artesanal. El local ofrece las opciones de comprar para llevar o taberna para consumir. Cuenta con un espacio de cocina pequeño para preparar botana y comida sencilla, estacionamiento y baños. Abierto de lunes a jueves de 2:00 p.m. a 12:00 a.m., y de viernes a sábado de 12:00 p.m. a 2:00 a.m.

Público objetivo: hombres y mujeres de 18 a 60 años de edad de nivel socio económico A/B, C+, con gusto por la cerveza. Son personas que buscan alternativas y están abiertos a nuevas experiencias y sabores.

Mobiliario: mesas (3), sillas (12), barra y periqueras (3), anaqueles (repisas) de un metro de largo (5), pantallas (2).

Equipamiento: refrigeradores verticales tipo vitrina (3), bomba para cerveza (2), horno de microondas, freidora, máquina de hielos y mesa de trabajo. Cristalería, loza y desechables: vasos de cristal (diferentes para cada tipo de cerveza), platos, destapadores, portavasos, servilletas, cubiertos, ceniceros y charolas de servicio. Insumos: mínimo 200 etiquetas de cervezas, nacionales e internacionales, botana y comida congelada.

Personal: dos empleados (divididos en dos turnos) y un encargado de la unidad. El servicio de contabilidad se contrata vía outsourcing.

Inversión inicial: $450,000

Margen de utilidad: del 49 al 50 por ciento.

Comprender que las cervezas van más allá de la clasificación “clara y obscura” puede ser la clave para entrar a un mercado con gran potencial en México. Además de los bares tradicionales, existe una alternativa enfocada hacia consumidores dispuestos a experimentar y despertar su paladar a nuevos sabores: las boutiques de cerveza. Estos establecimientos ofrecen tanto marcas nacionales, como internacionales y artesanales.

Este concepto surgió en Estados Unidos hace unos 20 años, como respuesta a las nuevas necesidades de los consumidores –de entonces–, frente a la oferta limitada de la producción local. Muchos de ellos querían conocer nuevas tendencias que conocían al viajar o a través de Internet, e igualmente buscaban vivir una experiencia gourmet. Así comenzaron a importarse etiquetas de otros países y a crearse nuevas marcas de producción artesanal.

En México las cosas no fueron muy diferentes. Hace 10 años los mexicanos sólo tenían acceso a las cervezas de los dos grupos cerveceros más grandes del país (Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma). Quien buscaba algo más, encontraba que sólo se importaban alrededor de 70 marcas internacionales, que eran muy costosas y difíciles de conseguir.

Los consumidores se acostumbraron a esta situación y, durante generaciones, el mercado no evolucionó. “La marca que tomaba tu abuelo, la tomaba tu papá y tú. Estábamos limitados y no conocíamos más alternativas”, comenta Jaime Andreu, fundador de la casa cervecera Primus.

En 2007, junto con su primo Rodolfo Andreu, Jaime emprendió. La idea era crear una receta al gusto del paladar mexicano, pero que no se pareciera a nada existente.

Hoy, comercializan productos que han recibido premios a nivel internacional. “Estamos convencidos de que la cerveza puede ser considerada una bebida al nivel del vino; sin embargo, nunca se le había dado un lugar de prestigio”, comentan.

Fue en ese mismo año que otros emprendedores decidieron sumarse a la tendencia, que seguía cobrando fuerza en otros países. Así se inauguraron las primeras tiendas especializadas en cerveza y comenzaron a llegar más etiquetas importadas al país. Además, otros maestros cerveceros mexicanos crearon recetas y marcas propias para entrar al mercado bajo el concepto de cerveza artesanal.

En un principio, estas boutiques enfrentaron dos desafíos:

Los clientes no se atrevían a probar nuevos sabores y existía la exclusividad de venta que manejaban los grandes grupos cerveceros. Gracias a los esfuerzos de los pioneros de esta industria, el panorama ha cambiado actualmente.

El primer reto se superó con el impulso de la cultura de la cerveza en el país. Hoy, los consumidores se interesan más por calidad, recetas originales y nuevos sabores. También entienden que estos productos no son para consumir en cantidad, sino más bien para apreciar su calidad.

Esto se debe en parte a que tendencias de Estados Unidos y Europa han cambiado la idea del mexicano de lo que es una buena cerveza, “el boom de los productos artesanales también nos ha beneficiado” afirma Jesús Briseño, cofundador de Cervecería Minerva. Esta empresa inició en Guadalajara Jalisco en 2004, aunque fue hasta 2007 que comenzó a vender en gran escala. Actualmente su capacidad instalada es de 90,000 litros mensuales y elabora nueve estilos de cerveza.

Jesús y Jaime encabezan el movimiento Por la Cerveza Libre, el cual busca mejorar las condiciones del mercado de la cerveza en nuestro país. Su principal objetivo es defender la libertad de vender y comprar cervezas artesanales. Recientemente, sus esfuerzos dieron frutos: el mercado se abrió cuando, con el fin de evitar las prácticas monopólicas en el mercado, la Comisión Federal de Competencia (CFC) estableció condiciones a los contratos de exclusividad a compañías cerveceras.

“Con este gran triunfo, podemos esperar que el mercado siga creciendo; no obstante, hay mucho trabajo por hacer aún”, asegura Briseño. “Hasta el momento hemos tenido muchos logros, pero nuestra labor todavía no termina”, añade Jaime.

Fuente: https://www.tudecides.com.mx/articulos-y-casos-de-estudio/emprendedores/abre-una-cerveceria-gourmet.html

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